Cuando empecé este año, jamás me imaginé que el mundo iba a cambiar tanto. Jamás me imaginé, tampoco, que iba a aprender tanto y de tantas maneras y con tantas personas. Me sigo sintiendo obnubilada por todo lo que ha pasado, mi decisión de no volver a ver a amigues ni abrazar a nadie aunque me muera por hacerlo ha sido dura, pero hasta ahora me he mantenido firme.

Lo que esto ha traído, sin embargo, es una extraña sensación, una que no echaba de menos. Me he empezado a sentir tal como me sentía en los veranos de entre 2003 y 2008, y los recuerdos de la primera adolescencia afloran. Después de todo, estaré en el mismo lugar (casa de la playa) por 2 meses y medio, y jamás desde esos días había pasado tanto tiempo aquí, lo cual no sé cómo tomármelo porque no lo pasaba bien en esos veranos. Solo contaba días para volver.

Y sí, hoy en día me embarga una sensación de melancolía tremenda. Y aunque creo que es imposible comparar esa serie de años con este verano, sobre todo porque no siento ese FOMO que originaba todos mis estados cuando más chica, creo que sería bueno tratar de entender(me), porque creo que en el fondo lo que pasa es lo mismo.

En estos días, a fines de 2020, pudimos notar algo que fue corroborado por las personas a cargo: una rotura en la matriz de agua potable que abastece a todos los balnearios del litoral ha hecho que la laguna que a esta hora veo desde la casa vuelva a tener un nivel de agua… al menos aceptable, considerando el calentamiento global y la megasequía y la eutroficación y todo eso. Bueno, la cosa es que el agua fresca permitió que el pajonal volviera a crecer. Con el pajonal verde volvieron las aves, los reptiles. Volvieron los cisnes, volvieron las gaviotas que antes no pasaban.

Eso, claro, te hace recordar.

Hubo un verano particularmente pesado, el de 2004. Pasaron cosas, tuve peleas, y no recuerdo peores días en términos de angustia adolescente. ¿Debo recordar que en esos tiempos no había banda ancha para todes? Depender de mensajes era algo que, filo, lo hacías; pero cuando sentías que no tenías con quién hablar la soledad te consume. Encontré un refugio: la radio. Las noches en que podía, a esta hora, me perdía en el dial escuchando todo lo que pudiera encontrar aquí. En ese sentido fui afortunada, pues existían muchas radios alternativas, y las radios top 40 se alternaban entre rock y pop. Podías encontrar un megamix de Placebo entre medio de algo de No Doubt o de Safri Duo. No había reggaetón.

Creo que escuchar tanta radio ese año activó en mí una partecita snob que tuvo mucho más estímulo luego de entrar a la UC, pero eso es otra historia.

Por supuesto, los siguientes veranos mejoraron. En 2005 algo de conexión había de tanto en tanto, en 2006 ya tenía un celular que enviaba SMS (y lo usaba con internet cuando Entel te cobraba 5 lucas por 5 megas), en 2007 me dediqué a programar un CD con información de aves que pagó mi entrada para ver a Placebo ese año, y en 2008 los momentos con internet, aunque borrosos, los recuerdo porque actualizaba mi Fotolog, y mi Flickr, y estaba ansiosa por empezar la universidad. Después llegó el par de TAVs, el viaje a Inglaterra, una apendicitis de un mes que no detallaré porque no es mi historia, la pega, la transición, la pega, la falta de pega, la pega otra vez.

Desde el verano de 2008 no volvía a venir a la playa por tanto tiempo. E inevitablemente pienso en esos tiempos en que no era feliz.

Por cierto, hoy todo es distinto. Para empezar, mi piel está más suave, tengo (algo de) pechugas, mi pelo está largo, tengo maquillaje y vestidos y no están escondidos. Es distinto vivir este tiempo en este estado en el que estoy, pase lo que pase. Pero luego, pienso, es 2020. Hoy 5 lucas pagan 5 días de internet ilimitado a velocidad de banda ancha, existe Netflix, estoy escribiendo esto desde un iPad (que tampoco podía haber existido esos días), acabo de terminar la mitad de mi primer postgrado, y la radio… sigue ahí. Pero ya no. En el lugar de la Concierto hoy está una radio evangélica, a la Tiempo se la fagocitó la Radio Disney, las radios juveniles solo saben de reggaetón, la Rock & Pop tampoco suena. Y ya no las escucho.

Acabo de abrir una lista de éxitos del 2003 en Spotify, y la escucho mientras termino estas letras. Antes de eso, abrí TuneIn y me enchufé para escuchar las radios de la BBC. Tal vez más rato escuche un programa de Argentina que me gusta mucho. Los tiempos son completamente distintos, y no solamente porque básicamente la única radio que escuche con ganas (además de Radio 2 y 6 Music mientras juego ETS2) es Apple Music Hits. Por fortuna no me siento estancada, y lo que sin duda podré aplicar este verano es lo que aprendí en esos años: en tu refugio siempre estarás segura. Pero hey, este año sí que no te vas a aburrir.

Y los abrazos que estén pendientes, los daré todos el próximo año en Santiago.

Volver / Go Back